lunedì, ottobre 03, 2016

Hans Urs von Balthasar

 ¿A qué Señor soy asimilado al recibir la eucaristía? ¿Al que vive eternamente y que no muere ya o más bien a aquél que hasta el fin del mundo estará en agonía y cuya muerte anuncio en la celebración eucarística? ¿O quizás estas dos existencias se entremezclan una en la otra, desde el momento en que sobre el trono de Dios el Cordero está vivo y al mismo tiempo «como inmolado desde el comienzo del mundo»? Si se vive el misterio de la existencia cristiana con una fe verdadera en el misterio de Cristo, aquel permanece insondable y ningún cristiano auténtico puede tener interés en descubrirlo. Su vida está comprendida entre dos puntos; existe por uno y está en función del otro: el primero es Dios en Cristo y el segundo el prójimo. Su existencia es posible en la medida en que representa el movimiento del primero hacia el segundo: el Espíritu Santo es el encargado de impulsar y conducir este movimiento.

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